ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 2 hijos, él trabaja el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar) Comentario de 2019.

Al leer el Evangelio de este domingo, sentimos que se nos está haciendo una invitación clara a orar, o mejor aún, a aprender a orar, como lo hicieron los primeros discípulos. Vivimos al ritmo desenfrenado que nos marca la sociedad en la que estamos, cargados de estrés y metidos como en una especie de “rueda” de la que nos cuesta salir. Hemos perdido bastante “el norte” de la esencia de la vida, de lo que es lo realmente importante para nosotros como cristianos. La mayor parte de las ocasiones dejamos un hueco muy pequeño a la oración, (si es que lo dejamos) o se convierte tan en rutina que pierde profundidad. Es imposible alcanzar nuestro máximo desarrollo personal y vivir nuestra fe como cristianos si tenemos “anemia espiritual”, si hay falta de “alimentación para el alma”. Tal vez esto nos sucede porque estamos perdiendo la capacidad de silencio, porque para hallar ese silencio se requiere un tiempo del que no disponemos (o no queremos disponer) en nuestras “apretadas agendas”. Nos cuesta encontrarnos con nosotros mismos y con Dios, con todo lo que ello implica. Os invitamos a que durante esta semana nosotros también le pidamos al Señor que nos enseñe a orar… a estrechar esa relación con Él. Intentemos para entender la profundidad que encierra el pedir, el buscar y el llamar, atender durante esta semana a todos los que nos pidan algo, a todos los que llamen “a nuestra puerta”. Ayudemos a buscar a los que no tienen a Dios cercano.

Las palabras con las que Jesús nos dijo que orásemos se han convertido hoy para nosotros en el Padrenuestro. Os invitamos, a leer algún libro o algún material formativo, que nos recuerde la esencia del Padrenuestro, lo mucho que se dice en tan pocas palabras, que nos ayude a “desmenuzarlo”. Solamente la primera palabra, Padre, ya fue toda una novedad que Jesús introduce en su tiempo, para referirnos a Dios. Y en esa palabra se nos describe su ternura, su amor, su bondad…

Y procuremos durante lo que resta de verano intensificar el ritmo de oración y la calidad de la misma. Acerquémonos a Dios de manera confiada, con la actitud del pobre, para pedirle lo que nos falta para ser mejores cristianos, testimonio en nuestro entorno. Desde ahí podremos buscar el Reino con todo lo que ello implica. Procuremos llamar a Dios, si es necesario “a gritos”, cuando le sintamos lejos. Y no olvidemos que Jesús nos dice en este Evangelio que lo mejor que podemos pedir es el Espíritu Santo (será nuestro sustento, guía y salvación).


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