TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor, ábrenos los ojos. Que nos duela el dolor ajeno evitable, el dolor que siembran los duros de corazón.

Señor, danos entrañas de misericordia para comprender lo que realmente pasa muy cerca de nosotros. 

Señor, nos ciegan los ídolos del rendimiento, de la imagen con buena reputación, de nuestros dictámenes acerca de lo que es la realidad. 

Señor, purifícanos los ojos del corazón para ver, oír y sentir el clamor de la realidad de la vida de tantas personas con las que nos cruzamos día a día.

Señor, que cuidar nuestra alma no nos saque del mundo, sino que nos entregue a él… al mundo que tanto amaste, al mundo que tanto cuidaste, al mundo al que ofreces la posibilidad de una esperanza real de que todo acabará bien, de que no estamos solos, de que no todo da igual en la vida de los seres humanos.

Señor, que tengamos nuestro corazón en su sitio, como el samaritano, atendiendo al presente humano que tenemos delante. Un corazón que se conmueve porque sabe muy bien que así no deberían ser las cosas, que vivir no debería ser sufrir, que cuidar la vida es lo esencial de los seres humanos cabales. 

Señor, que reconozcamos que el malherido somos nosotros mismos, que nos enraicemos en el misterio de la comunión, el misterio de la comunión con los demás, el misterio de la comunión con la realidad, en misterio de la comunión contigo. El misterio de la verdad santa.

Señor, que veamos a los demás como lo que son personas, hermanos, vivientes hijos del Dios de la Vida. 

Señor, que veamos esto tan esencial, tan central, tan necesario en estos tiempos extraños, convulsos, inhumanos en tantos y tantos lugares, cercanos y lejanos… 

Señor, sabemos que tu gracia se verifica en la caridad, que el criterio del Reino de santidad y justicia es la misericordia, que la identidad de los creyentes es la comunión, la pasión por la comunión…

Señor, que nos asociemos para el bien, que expandamos la misericordia, que cooperemos con la justicia con los hombres y mujeres de buena voluntad que nos encontramos en el camino. 

Señor, esta es nuestra fidelidad fundamental: sembrar santidad y justicia, sembrar comunión, cuidar la vida que tu providencia nos pone delante.

Señor, que nuestros proyectos, nuestros quehaceres, nuestras instituciones nos hagan tener muy abiertos los ojos del corazón… y sepamos dejar nuestras programaciones cuando tu gloria se vea maltratada en la vida sufriente que nos encontramos en la vida cotidiana de nuestras aceras, de nuestras casas, de nuestros barrios, de nuestras ciudades…

Señor, que no nos escandalicemos cuando, al fin, descubramos, que el malherido, eres tú mismo… 

Amén.

Aleluya.

Aleluya.

Aleluya.


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