TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús, luz del mundo.

No podemos evitar tener malos pensamientos.

… malos pensamientos que nos ciegan a tu Presencia.

Los enemigos interiores nos devastan.

Pero tenemos fe en que tu presencia 

disuelve el mal por los siglos de los siglos

con tu amor sobre todo amor,

que se llueve sobre todos los seres humanos,

sean de la índole que sean.

Señor Jesús, maestro de la entrega amorosa.

No podemos evitar caer en la tentación de imponernos por la fuerza.

… imponernos de tal modo que hacemos trizas la fraternidad a la que somos llamados.

Los enemigos interiores hacen que nuestro corazón se vuelva rígido.

Pero tenemos fe en que la fraternidad

que iniciaste y lideras misteriosamente a lo largo de los siglos

disuelve por los siglos de los siglos 

la violencia de los corazones dañados.

Señor Jesús, rostro humano de la santidad.

No podemos evitar el asco al malvado.

… asco que nos aleja de la santidad 

que habita en toda la realidad,

en todo lo humano… 

Los enemigos interiores parecería que fueran más fuertes.

Pero tenemos fe en tu poder,

en tui gloria,

en tu vida

que disuelve todas las acciones 

que nos llevan por el canino de la amargura,

amarguras evitables,

hechura de manos humanas,

demasiado humanas.

Señor Jesús, cordero de Dios que traes la paz de Dios al mundo.

No podemos evitar generar conflictos una y otra vez,

una y otra vez…

Parece que no sabemos vivir sin conflicto, 

sin buscar enemigos, 

sin sacar nuestra fuerza dañina.

Los enemigos interiores, como manadas de lobos,

azuzan nuestras envidias,

nuestras mezquindades,

nuestros déficits.

Señor Jesús, el compasivo rostro de Dios.

sabes que somos capaces de santidad y fraternidad,

y de todo lo contrario…

capaces de pecado y de odio.

Nos conoces muy bien. 

Señor Jesús, luz del mundo.

Mejóranos,

aliéntanos,

santifícanos.

Que tu gracia nos llene aún más de tus dones

y nos haga audaces para regalar lo que necesitan

los seres humanos que nos rodean.

Señor Jesús,

que irradiemos

el sí a la vida,

el sí a la justicia,

el sí a fraternidad y sororidad

sin esperar contrapartida o reputación,

sin negociar con la mediocridad o los miedos, 

sin evitar reconocer 

nuestra íntima necesidad

de protección,

de acogida,

de amor. 

Señor Jesús,

habitas en nosotros.

Nos miras desde nuestro interior más íntimo.

No puedes no amarnos.

No estamos locos.

No somos necios de remate.

No somos unos ilusos sin fundamento.

No somos ingenuos.

No somos irracionales.

No somos un caso perdido

a los ojos del mundo.

Sabemos quiénes somos.

Sabemos lo que queremos.

Sabemos que tienes palabras de vida eterna,

presencia de vida eterna,

salvación eterna… 

¿Cómo agradecer tanto don?

¿Cómo alabarte con justicia?

¿Cómo irradiar esa santidad?


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