¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA PAZ
(Mujer, soltera, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical)
El texto del evangelio de Lucas resalta la vocación profética comunicada por Dios desde antiguo, ligada a las situaciones de injusticia que vive el pueblo y a un llamamiento por parte de Dios. Al profeta, que sostiene una fuerte vinculación con el mismo Dios, se le pide no tener obstáculos para comunicar de manera directa el querer de Dios. A los profetas que hoy con libertad denuncian se les persigue, encarcela y mata por defender la dignidad humana y los bienes de la creación, mientras que, a los corruptos, dictadores, asesinos, se les rinden honores y favoritismos políticos.
El evangelio nos muestra que Jesús ejerció la profecía cuando le llegó el momento de intervenir y alzó su voz en el Templo de Jerusalén, centro de poder religioso y político. Jesús enseña a sus discípulos que, para construir el Reino, el camino es el de la “no violencia” activa, no el del poder para dominar a unos sobre otros. En sociedades tan convulsionadas por la política y la economía injustas, los repuntes de violencia se hacen sentir; es lamentable que sean las armas y la mano dura el camino encontrado para frenar los actos violentos. No hay voluntad política para generar cambios estructurales que permitan erradicar tanta maldad.
Por otro lado, el sistema consumista en el que vivimos nos ofrece demasiados bienes que nos hacen dependientes y nos quitan libertad. Con frecuencia preferimos vivir con la soga al cuello que optar por estilos de vida más sencillos, pero con mayor libertad. Creemos que por tener dinero y poder se puede actuar arbitrariamente hasta devorarnos unos a otros. La invitación es a dejarnos “conducir por el Espíritu” para que nos haga salir del egoísmo y así evitar que nos sigamos autodestruyendo.
Por eso Jesús propone una nueva manera de vivir y de relacionarse, invitando a sus discípulos a tomar distancia de todo aquello que sabe a seguridades, dependencias, apegos y búsquedas compensatorias. Si estamos dispuestos a ello inauguraremos en nuestra propia persona una vida nueva, pacífica, y desde ella comenzaremos a gestar el Reino. El evangelio de hoy nos muestra que la PAZ es fruto de la justicia, propiciada por cambios estructurales que generen igualdad, dignidad y fraternidad. ¿Cómo podemos contribuir a estos cambios y cómo animamos a otras personas para que también lo hagan?
El resultado de las elecciones de Colombia el pasado domingo 19 de junio, nos muestra la fuerza del Espíritu, que actúa en medio de su pueblo, haciendo crecer su conciencia para optar por el camino de la PAZ, la dignidad y la reconciliación de todo el pueblo colombiano.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
¿Cómo sigo a Jesús? Esa es la pregunta, para mí, en el día de hoy… ¿Podría ser considerado, también yo, un mensajero suyo?
El texto del evangelio de esta semana nos previene de algunas actitudes por las que todos, en más o menos medida, nos vemos tentados (especialmente aquellos que tenemos algún tipo de responsabilidad pastoral en el ámbito que sea). Por un lado, están Santiago y Juan, que, furiosos por su fracaso, se dejan llevar por el enfado. Probablemente esto es la antítesis de la sinodalidad; y si lo pensamos con detenimiento, es algo que sigue pasando hoy con bastante frecuencia.
¿Cuántas veces comenzamos una acción evangelizadora y nos encontramos frustrados por la indiferencia? ¿Cuántos apóstoles de lo cotidiano se “queman” por el camino cuando invierten su tiempo y esfuerzos sin aparente “éxito”? Incluso me puedo preguntar si yo mismo me he distanciado -o dejado enfriar- de algún compromiso por no ver conseguidas mis aspiraciones…más aún, si he vuelto las culpas sobre alguien, deseando que “el tiempo lo pusiera en su sitio”. Viéndolo en perspectiva sólo queda admirar y confiar en el Espíritu, que con el tiempo hará de estos dos hermanos dos de los grandes apóstoles de la Iglesia…que se nos olvida, pero ¡Dios lo puede todo! ¿No lo podrá también en nosotros?
A continuación, Jesús nos advierte, primero, de la pobreza que conlleva seguirle. Esto es un antídoto para todos los que buscan poder o lujos, los que se sienten atraídos por “los primeros puestos”. No tener donde reclinar cabeza es equivalente a no tener absolutamente nada, para estar plenamente disponible. Y siguiendo la misma lógica llegamos a esa exigencia de “no mirar atrás” que es equivalente a procurar el Reinado de Dios mediante una entrega radical.
La Iglesia sinodal nos invita a ser apóstoles en salida sabiendo que la propuesta de confianza en la acción silenciosa de Dios, de tener el centro sólo en Él, sigue siendo un reto hoy para nosotros también. Que no seamos una Iglesia reaccionaria, ni opulenta, ni pasiva…que seamos la Iglesia de los que caminan enviados por Jesús.
DESDE EL CUIDADO A LOS MAYORES
(Hombre soltero, implicado en cuidado y acompañamiento de mayores, ertenece a comunidad y movimiento seglar)
Hay dos cosas en este texto, que a la luz del “cuidado de nuestros mayores” me hacen reflexionar.
La primera de ellas es respecto al no recibimiento a Jesús en la aldea de los Samaritanos: la reacción de los discípulos y la reacción de Jesús. Esta situación puede trasladarse al cuidado de nuestros mayores o al cuidado de cualquier persona en situación de necesidad. No todos reaccionan igual. En la familia, en el círculo de personas cercanas, algunas se involucran más, otras menos e incluso puede haber alguien que se desentienda. Y ahí puede surgir la misma reacción que tuvieron los discípulos. Tal vez no de una forma tan fuerte como pedir “que baje fuego del cielo” sobre estas personas, pero surge en nuestro corazón un sentimiento de malestar y de decepción. Jesús en este texto reprende a sus discípulos y me reprende también a mí cuando tengo esos sentimientos. Y así como Jesús se va a otra aldea, me dice a mí que haga lo que yo creo que tengo que hacer y que no mire lo que los demás hacen. Lo que yo haga, que lo haga porque quiero, no porque los demás también lo hagan. Aunque que otras personas se involucren menos suponga una mayor carga para mí.
La segunda cosa que quiero comentar me deja más intranquilo. Al final de este trozo del Evangelio, no llego a comprender algunas condiciones que Jesús pone a los que quieren seguirle. En un momento dice “Deja que los muertos entierren a sus muertos” y en otro momento ni siquiera deja despedirse de los de su casa a quien va a seguirle. Probablemente haya una explicación más profunda o una explicación teológica, pero yo no la veo. Pero sí entiendo la última frase: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios». Y en el cuidado de los mayores es esencial. No puedo estar ayudando y protestando a la vez. No puedo estar dedicando mi tiempo a las personas que me necesitan y estar pensando que me estoy perdiendo cosas, que podría estar con mis amigos dando un paseo o tomando algo. Si miro hacia atrás con añoranza de lo que me estoy perdiendo entonces no he comprendido nada del mensaje de Jesús. Y lo que es peor, no me estoy dando cuenta que en el servicio es donde se gana la vida (y la felicidad).