SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”

(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Comentar el evangelio de este domingo resulta tarea harto complicada. Lo es tanto por la extensión del mismo, como por el calado y profundidad de los hechos que relata pues nos encontramos con el relato de la pasión y muerte de nuestro Señor, quedándonos a la puerta del acontecimiento pascual.

El texto de Lucas rebosa de detalles y entrelaza bellamente la acción de todos los que fueron parte de lo acaecido entre el jueves y el sábado santo. Hay tanto valioso en el mismo que se hace difícil elegir alguna clave porque, ciertamente, en este evangelio se condensan momentos centrales de nuestra fe. 

Sin embargo, en la clave sinodal que se propone, me vienen a la mente dos ideas. La primera, como siempre, poner los ojos sobre Jesús. Él, Dios con nosotros, Dios-Hijo, camina la condición humana con todas sus implicaciones. En su Plan de Salvación no se ahorra nada y vive la traición, el dolor físico y moral, la soledad radical, la injusticia, la angustia…hasta llegar a la entrega de sí mismo en la muerte en la cruz. Y precisamente porque Él ha experimentado todo eso, encarnándose realmente, nosotros podemos resucitar de su mano. Este es el camino que Dios va haciendo con nosotros en la historia: llevar a plenitud nuestra condición no ocultándola o evitándola, sino asumiéndola y acompañándola hacia su fin último con lazos de Amor. 

El lema propuesto para el sínodo es «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». En este caso el orden es revelador. El camino sinodal parte de la comunión no ya entre nosotros, sino de todos con el Dios Vivo que nos llama a entrar en la dinámica de Amor que es su propio ser y a permanecer en ella por siempre. 

El segundo aspecto que me gustaría resaltar antes de terminar es la mirada de Jesús sobre Pedro en el momento en que canta el gallo. Dice el evangelio que el Señor se volvió, es decir, que no fue un contacto casual sino totalmente buscado e intencionado. Me parece muy interesante esta perspectiva para recordar que el sínodo es un tiempo oportuno para ser confrontados por el Señor sobre nuestra fidelidad a la amistad con Él, tanto a nivel individual como eclesialmente, y el testimonio que damos de la misma. 

Caminemos con el crucificado esta semana sabiendo que sus pasos hacia la Gloria de Dios son los nuestros y dejémonos atravesar por sus ojos para ser puestos en una crisis transformadora de vida y servicio. 

DESDE LA FAMILIA (Exhortacion posinodal “Amoris Laetitia”)

(mujer, casada, 3  hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Hace dos años, justo antes del inicio de la pandemia, viajamos a Tierra Santa. La emoción de pisar la tierra que pisó Jesús es casi inexplicable; y esa emoción vuelve de manera especial, cuando comienza la Semana Santa.

De la lectura de la Pasión, me resuenan hoy especialmente unas palabras y un lugar: “Levantaos y orad para no caer en la tentación”, en el Huerto de los Olivos. 

Allí, a un lado del huerto, permanece una roca, la roca de Getsemaní, donde Jesús, orando, se dejó en manos de la voluntad del Padre sabiendo todo lo que iba a ocurrir. Allí acompañamos a Jesús en su sufrimiento durante una Hora Santa. Tocamos la piedra y la besamos, y dejamos allí, a los pies del Señor, nuestros pequeños y grandes sufrimientos de cada día: nuestros desencuentros y discusiones, el miedo al futuro de nuestros hijos, nuestro desgaste en la entrega diaria, nuestra falta de paciencia y ternura…

Esa roca sobre la que Jesús oró, nos hace presente hoy también, que cada sufrimiento, dejado en manos del Padre, siempre es más ligero, más llevadero, más suave.


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