SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”

(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Este domingo Jesús nos ofrece, a modo de pequeños ejemplos, algunas imágenes curiosas acerca del modo de hacer misión. Más bien son como un pequeño conjunto de advertencias prácticas de quien sabe que entre el ideal y lo real corre un trecho. “El ciego que guía a otro ciego”, “el maestro y el discípulo”, “la viga y la mota en el ojo”, “el árbol sano y el dañado”, “lo bondad o la maldad del corazón”…forman parejas de antónimos que nos transmiten y recuerdan la necesidad de un mínimo de autoexigencia y cuidado para  encarnar lo que se anuncia. 

¿Qué podrían significar cada una de estas comparaciones? Ciertamente, en una interpretación bastante libre, me aventuraría a decir que se nos transmiten tres ideas: que tenemos que conocer nuestra fe (ser guías en tanto que discípulos del Maestro), vivirla con coherencia (cuidando nuestra mirada y dando buenos frutos) y transmitir todo eso bueno que llevamos dentro del corazón (buscando el bien de todos y cuidando nuestras palabras). 

Pensando en el sínodo que está recorriendo la vida de la Iglesia me surgen, a la luz de estas ideas, unas preguntas: ¿Somos discípulos/maestros de nuestra fe, la conocemos?, ¿Nos auto-exigimos coherencia en la mirada y el obrar?, ¿De qué está lleno el corazón de la Iglesia?  

Quizás hoy más que nunca -si queremos avanzar en sinodalidad- urge que los seguidores de Jesús cuidemos la coherencia entre lo que creemos, lo que hacemos y transmitimos sabiendo que mientras más atesoremos al Espíritu en nuestro corazón, en la vida de la Iglesia, más rebosará a través de nuestras palabras. Seamos buenos no de cara a la galería, ni para el “postureo” sino porque Dios ocupa plenamente el centro de lo que somos y así  podrán aplicarnos la máxima de San Francisco de Asís: “Predica el Evangelio en todo momento y cuando sea necesario utiliza las palabras”.

DESDE LA VIDA COTIDIANA

(matrimonio, seis hijos y siete nietos, él es monitor de Asamblea Parroquial)

ELLA:

No se puede decir más claro.

Somos muy dados  a adoctrinar, nos creemos en  posesión de la verdad. 

 Yo por ejemplo por mi perfil de  madre de familia  numerosa, siempre suelo estar dando consejos que estoy convencida de que son los mejores y corrigiendo todo el tiempo. 

Tengo que hacer más a menudo limpieza de lo que me sobra antes de ponerme a criticar a los demás y dar lecciones magistrales de algo de lo que carezco. 

Llenarse de bondad es maravilloso para poder después verterla sobre los demás. Pienso que esto se consigue mediante la oración, pidiendo con fe la bondad para nuestros corazones. 

ÉL:

Tan malo es ser un hipócrita, como ser un ciego impenitente.

Y si no dejo de recibir buenos consejos y quiero ser bueno y bondadoso, por qué me empeño en lo anterior.

Porque además de ciego e hipócrita soy olvidadizo, no me paro a reflexionar.

Y cuanto daño hago con esas actitudes, no solo no ayudo, sino que fastidio, qué horror.

Pero bueno, algo de lo que escucho recibiré en mi corazón, porque ahora que estoy en ello, pensando en ello, me duele, me duele mucho el corazón, como si fuera de piedra.

Y ganas y voluntad de mejorar no me faltan, pero qué frágil y endeble me veo.

Oración, mucha oración, a Jesús, directa, a María, intercesora, invocar al Espíritu, sé qué funciona, que me funciona, confiar en ellos, mi Salvación.

Y recién finalizada la semana del matrimonio cristiano, que es “camino hacia Dios”, qué decir de los esposos, corredentores y cada uno “Puerta del Cielo” para el otro. 

Aprovechemos esa Ayuda Adecuada que Dios ha puesto a nuestro lado hasta la eternidad. 

Gracias Señor por tu infinita bondad y misericordia.


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