LECTIO DEL DOMINGO XXVII

2 de Octubre de 2022

TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Lucas 17, 5-10

¡Si tuvierais fe …!

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: “Auméntanos la fe.” El Señor contestó: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: ‘Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”

Segunda Lectura

Anotaciones a la Segunda Lectura de la misa dominical.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA EXPERIENCIA DE MISIÓN

(Mujer, casada, 4 hijas, ha realizado varias experiencias de misión seglar)

“Auméntanos la fe” es la frase que los apóstoles le dijeron al Señor. y que yo le pido también a menudo.

La respuesta de Jesús es clara. No somos conscientes del poder de la fe.

Desde mi experiencia, concretamente en la misión vivida este verano, Jesús se nos hace presente en lo más sencillo, en los detalles simples, en las personas a las que esta sociedad da de lado. A él le gustan las cosas sencillas y humildes, porque en lo pequeño y en lo débil es donde se muestra la grandeza y la fuerza de Dios.

Vamos a fijarnos esta semana en la pequeñez de esos granitos de mostaza que se nos presentan día a día. Vamos a plantearnos nuestra vida desde lo más sencillo. Él nos dijo que así sí llegaremos a ser grande en el Reino de los cielos. Creamos de una vez que la fe verdaderamente mueve montañas.

DESDE LA EXPERIENCIA DEL CAMINO DE SANTIAGO

(hombre, soltero, pertenece a comunidad cristiana)

¿Qué implica tener fe? implica para mí, una convicción reconfortante del plan del Dios bueno, de su existencia y de su obra. La fe implica creer y, creyendo, conocer. Considero que este conocimiento y creencia de las bondades son las que hacen de la vida de una persona centrada en un plan que es bueno, estos dones son los que hacen que nuestras obras sean inexorables, porque están fundados sobre una roca sólida y legitimados por la gracia de Dios. La fe, porque es frágil, es algo a cultivar, a cuestionar y ratificar varias veces. De no ser así, la fe sería rutina y, en ella, Dios sería un elemento flotante. Con el tiempo he aprendido a vivir en las subidas y bajadas de la misma, razón por la que fui al camino a reiterar el proceso de encuentro y enamoramiento que te obligan a tomar las caídas. Pero a la fe como don debo agradecer, porque es un don que enamora e invita al diálogo para ser la mejor obra. Cuando la vida de una persona se siente en algún momento imbuida por ese amor, realmente podríamos decirle a una morera que se plante en el mar y lograr que obedezca. La fe, con mi última gran experiencia como lo fue El Camino, es para mí una sumisión parecida a la de los padres, con todo el amor que ellos nos crían, vivimos el libre albedrío desde unas enseñanzas y una base. Al fin y al cabo, comparados con el de arriba, somos diminutos y aun así libres, pero cuando el diálogo con Él planta en tu corazón una obra, llega el momento en el que siendo unos pobres siervos vivimos con el orgullo de hacer lo que tenemos que hacer.

DESDE LAS RESTRICCIONES Y RECORTES EN LA CALIDAD DE VIDA

(Mujer, viuda, con un nieto adolescente a su cargo, pertenezco a comunidad cristiana)

La obediencia, es uno de los pilares de un cristiano, la virtud que más cuesta. El yo lucha constantemente por prevalecer en su voluntad; me doy cuenta de lo difícil que es, la herida abierta en mí por el pecado original ha creado esta división que se manifiesta en mi voluntad; sólo el entendimiento hace que recupere mi memoria de que soy hija de Dios, pero la memoria es intermitente con espacios de tiempo muy cortos, solo el alimentarme constantemente de la Eucaristía y la Palabra hace que viva para lo que fui y he sido creada como << Hija de Dios >>, que es el Amor. El Señor nos muestra, a través de su vida humana, cómo tenemos que vivir para pasar de criado del mundo, a siervo de Dios en la  Santa Obediencia (la Fe), para restablecer en nosotros lo que se perdió con el pecado original: << Hijos de Dios >>. La Santa Voluntad.

En mi bendigo todo lo que acaece en mi vida, aunque la mayoría de las veces, por no decir siempre, mi yo quiere establecer su señorío y digo al Señor  << Hágase tu Santa voluntad>>; soy una pobre sierva aprendiendo amar en el Amor de Dios.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor, auméntanos la fe.

Señor, auméntanos la confianza en nosotros y en los dones que nos has dado.

Señor, auméntanos la confianza en el ser humano y sus capacidades de santidad y justicia,

especialmente en estos tiempos extraños, inseguros, volubles.

Señor, auméntanos la fe.

Señor, purifica nuestra fe de tanta y tanta pomposidad barroca.

Señor, sanea nuestra de tanta y tanta rúbrica y cacharrería circunstancial.

Señor, airea nuestra de tanto y tanto incienso autosuficiente y romanocéntrico.

Señor, auméntanos la fe.

Señor, auméntanos el abandono en ti.

Señor, auméntanos la vinculación a ti.

Señor, auméntanos la sensibilidad ante tu presencia,

tan constante,

tan fascinante,

tan enamorada.

Señor, auméntanos la fe.

Señor, empobrécenos de verdad,

que no somos ni tan listos ni tan buenos.

Señor, cámbianos de verdad,

que nos da miedo la audacia de la que somos capaces.

Señor, enriquécenos de verdad,

que dudemos mucho de nuestras dudas,

que dudemos de nuestras supuestas certezas,

que dudemos de los miedos que nos hacen refugiarnos

en nuestros círculos de seguridad y de autocomplacencia.

Señor, auméntanos la fe.

Acércanos más a ti.

Enraízanos más en ti.

Evangelízanos aún más. 

Señor, auméntanos la fe, la esperanza y la caridad.

Señor, sólo tú tienes presencia 

que nos consuela,

nos estimula, 

nos vivifica. 

Amén. 

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 3 hijos, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Una de las tentaciones mayores que tuvo el P. Claret en su vida fue la autocomplacencia. Tras un día duro de misión, con largos ratos dedicados a la confesión, a predicar, a dar luz a tantos problemas que le contaba la gente que se acercaba, sentía que el Señor lo llamaba a seguir amando con un corazón ardiente, pero eran momentos de oscuridad cuando venían las alabanzas, las felicitaciones, los vítores por su sabiduría, por una fama que le precedía… 

Y es que la fe auténtica nos invita a caminar, a avanzar, a no pararnos, a renunciar al deseo de contemplar los frutos de nuestro trabajo. Digámonos siempre: Sólo soy un simple siervo que cumple con su misión. 

No hay por qué buscar acciones espectaculares, intentemos ser fieles en lo pequeño, en lo cotidiano. Es un buen entrenamiento para no dar importancia a aquello que, de manera natural nos sale desde dentro, es nuestro modus operandi. Esto puede hacer que nos sorprendamos cuando alguien nos diga: Vi cómo actuaste en tal ocasión y me sirvió para acercarme a Dios. En esos momentos demos gracias a Dios porque nuestro corazón es señal de que está cerca de Él, al dar testimonio casi sin quererlo, hemos actuado como pensábamos que deberíamos hacer como buenos cristianos y por tanto como buenos siervos de Dios. Pero sin darle más importancia, porque la forma de actuar nuestra es una pequeña respuesta al gran Amor que el Señor nos tiene. 

Cumplamos simplemente con nuestra obligación como cristianos, en aquello que podamos, con la medida que podamos, poniendo todo de nuestra parte y el resto, ya que nos consideramos muy limitados, dejarlo en las manos de Dios. —

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