Domingo 18 de Agosto de 2024
LECTIO DEL DOMINGO XX
TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
“ABIERTO POR VACACIONES”
Los seglares que comentan el Evangelio cada domingo, se toman un descanso.
En septiembre se reanuda el servicio habitual.
En AGOSTO ofrecemos cada semana algunos comentarios realizados
mientras se disfruta de las vacaciones y en referencia a ellas.
Lectura del santo evangelio según Juan 6,51-58
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.” Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Entonces Jesús les dijo: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que como este pan vivirá para siempre.”
NOTAS BÍBLICAS
La perícopa de este domingo comienza repitiendo el último versículo del domingo pasado, el 51, en el que Jesús hace esta asombrosa afirmación: “el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”.
Eso provoca inmediatamente la reacción incrédula de los judíos: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?», pues hacen una interpretación literal de lo dicho por Jesús.
No hay que confundir la palabra “carne” con la palabra “cuerpo”, pues no tienen el mismo significado en el Nuevo Testamento. El término “carne” ya lo utiliza San Juan en el primer capítulo de su evangelio para referirse a Jesús: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (v. 14). Esa palabra -“sarx” en el original griego- hace referencia a la condición mortal de la persona. Jesús dirá el próximo domingo, al final de este capítulo 6º: “El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada.” (v. 63).
Tras el escándalo manifestado por los judíos, Jesús habla varias veces de “comer mi carne” uniéndolo a “beber mi sangre”, esto último prohibido por la Ley de Moisés, pues se consideraba que la sangre contenía la vida (ver Dt 12,23). “Muchos” de sus mismos discípulos dirán: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?» (v. 60).
El lenguaje que está usando Jesús hace referencia a los sacrificios de animales que se hacían en el Templo de Jerusalén, y, por tanto, al propio sacrificio de Jesús, quien ya fue presentado por Juan Bautista como un animal de sacrificio: “Al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»” (1,29).
Comulgar con el sacrificio de Jesús comiendo su carne y bebiendo su sangre comunica la vida eterna: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. Aquí ya puede contemplarse una referencia a la comida eucarística.
Creer en Jesús como el Hijo de Dios encarnado y comulgar con Él en la Eucaristía comunica la vida eterna.
DESDE LA PLAYA
(Hombre, casado, tres hijos, trabajan ambos, en vacaciones)
El pasado Domingo, un sacerdote al que conozco celebraba la EUCARISTIA en la playa en la que me encuentro, la Iglesia estaba llena, y cuando llegó el momento de la comunión pidió la ayuda de dos seglares, nadie salía, así que yo que estaba al final, detrás de una columna, me asomé. Él, por supuesto me vio y me pidió por mi nombre que le ayudara. Era la segunda vez en mi vida que me veía en esa circunstancia, es una mezcla de alegría y nervios difícil de explicar. Sé que una sonrisa salió de mi boca durante todo el tiempo, lo notaba en todos aquellos que se acercaban a recibir la comunión, algunos conocidos, incluso mi mujer, en fin, una experiencia de la que solo puedo dar gracias. Era instrumento del evangelio de estos días, ayudando a que el pan de la vida se repartiera. Esto me lleva a pensar que es el objetivo de todo cristiano, nuestra vida tiene que ser signo de la presencia del Dios de la vida en todo momento. No sé si volveré a repetir la experiencia alguna vez más, pero si lees esto, Claretiano, gracias.
DESDE LAS VACACIONES
(Mujer casada, cuatro hijos, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento laical)
En estos días que aprovechamos para viajar sabemos lo importante que es seleccionar bien, quedarse con lo imprescindible para que la mochila no pese demasiado si vas a hacer camino con ella, o para que la maleta para el avión salga lo más barata posible. Dejamos atrás muchas cosas, para descubrir al final que aún podríamos haber venido con menos. Estamos tan acostumbrados a rodearnos de falsas seguridades en nuestra vida que el evangelio de hoy me sacude: ¿qué más necesito si tengo a Cristo a mi lado ? El que me nutre con su cuerpo y su sangre ¿porque no le dejo llevar mi vida y sigo buscando el alimento fuera? Señor ayúdame a quedarme con lo fundamental, contigo.
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