Evangelio Seglar Domingo 24 de Marzo de 2024

Domingo 24 de Marzo de 2024

LECTIO DEL DOMINGO DE RAMOS

TIEMPO DE CUARESMA – CICLO B

 

PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Marcos 14,1-15,47

fruto Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte

[C. Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:

 

S. “No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.”

 

Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura

 

C. Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:

 

S. “¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres.”

 

C. Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:

 

+. “Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta.”

 

Prometieron dinero a Judas Iscariote

 

C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

 

¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?

 

C. El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

 

S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”

 

C. Él envió a dos discípulos, diciéndoles:

 

+. “Id a la cuidad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.”

 

C. Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

 

Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo

 

C. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo, dijo Jesús:

 

+. “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo.”

 

C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:

 

S. “¿Seré yo?”

 

C. Respondió:

 

+. “Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!”

 

Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre, sangre de la alianza

 

C. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:

 

+. “Tomad, esto es mi cuerpo.”

 

C. Cogiendo la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:

 

+. “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.”

 

Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres

 

C. Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos. Jesús les dijo:

 

+. Todos vais a caer, como está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas.” Pero, cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.”

 

C. Pedro replicó:

 

S. “Aunque todos caigan, yo no.”

 

C. Jesús le contestó:

 

+. “Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.”

 

C. Pero él insistía:

 

S. “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.”

 

C. Y los demás decían lo mismo.

 

Empezó a sentir terror y angustia

 

C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:

 

+. “Sentaos aquí mientras voy a orar.”

 

C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:

 

+. “Me muero de tristeza; quedaos aquí velando.”

 

C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:

 

+. “¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.”

 

C. Volvió y, al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:

 

+. “Simón, ¿duermes?; ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.”

 

C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió por tercera vez y les dijo:

 

+. “Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.”

 

Prendedlo y conducidlo bien sujeto

 

C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:

 

S. “Al que yo bese, ése es; prendedlo y conducidlo bien sujeto.”

 

C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:

 

S. “¡Maestro!”

 

C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:

 

+. “¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.”

 

C. Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto sólo en una sábana, y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.

 

¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?

 

C. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumo sacerdotes y los ancianos y los escribas. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose en pie, daban testimonio contra él, diciendo:

 

S. “Nosotros le hemos oído decir: “Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.”

 

C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:

 

S. “¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?”

 

C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo, preguntándole:

 

S. “¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?…”

 

C. Jesús contestó:

 

+. “Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.”

 

C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras, diciendo:

 

S. “¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?”

 

C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle y, tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:

 

S. “Haz de profeta.

 

C. Y los criados le daban bofetadas.

 

No conozco a este hombre que decís

 

C. Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró y dijo:

 

S. “También tú andabas con Jesús, el Nazareno.”

 

C. Él lo negó, diciendo:

 

S. “Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.”

 

C. Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:

 

S. “Éste es uno de ellos.”

 

C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:

 

S. “Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.”

 

C. Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:

 

S. “No conozco a ese hombre que decís.”

 

C. Y en seguida, por segunda vez, cantó un gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: “Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres”, y rompió a llorar.]

 

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

 

C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le pregunto:

 

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”

 

C. Él respondió:

 

+. “Tú lo dices.”

 

C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato pregunto de nuevo:

 

S. “¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.”

 

C. Jesús no contesto más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:

 

S. “¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?”

 

C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:

 

S. “¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?”

 

C. Ellos gritaron de nuevo:

 

S. “¡Crucifícalo!”

 

C. Pilato les dijo:

 

S. “Pues, ¿qué mal ha hecho?”

 

C. Ellos gritaron más fuerte:

 

S. “¡Crucifícalo!”

 

C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

 

Le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado

 

C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:

 

S. “¡Salve, rey de los judíos!

 

C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.

 

Llevaron a Jesús al Gólgota y los crucificaron

 

C. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de “la Calavera”), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

 

A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar

 

C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:

 

S. “¡Anda!, tú que destruías el templo y lo construías en tres días sálvate a ti mismo bajando de la cruz.”

 

C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:

 

S. “A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.”

 

C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.

 

Jesús, dando un fuerte grito, expiró

 

C. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:

 

+. “Eloí, Eloí, lamá sabktaní.”

 

C. Que significa:

 

+. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

 

C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:

 

S. “Mira, está llamando a Elías.”

 

C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:

 

S. “Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.”

 

C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

 

* Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

 

C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:

 

S. “Realmente este hombre era Hijo de Dios.”

 

[C. Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

 

José rodó una piedra a la entrada del sepulcro

 

C. Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor, se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra en la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.]

 

NOTAS BÍBLICAS

La liturgia del Domingo de Ramos tiene dos evangelios: uno opcional, el evangelio de la procesión con ramos; uno necesario, el evangelio de la misa del Domingo. Aquí nos referimos a este último, que es el relato de la pasión del Señor: dos capítulos.

La pasión se vuelve a leer el Viernes Santo, pero siempre en la versión de San Juan. En cambio, en el Domingo de Ramos se lee según el evangelista que corresponda al ciclo litúrgico: en el ciclo B es el evangelio de Marcos.

Como es habitual en este evangelio, Marcos resalta la humanidad de Jesús durante su pasión. Es el único que anota sentimientos tan dramáticos como que “empezó a sentir espanto y angustia” (14,33).

El momento álgido de la narración es la confesión del centurión romano -un pagano- que “al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»” (15,39). Es lo que declaró Marcos al inicio de su evangelio: “Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. A partir de ahí, no volverá a ser declarado como Hijo de Dios, excepto cuando los demonios lo reconocen y lo dicen, pero en esos casos, el mismo Jesús los manda callar [como se dice en 1,34: “Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar”]: quiere el evangelista que el Hijo de Dios sea reconocido en el hombre que muere “dando un fuerte grito” (14,37) y después de haber rezado las palabras del comienzo del salmo 22 (21) «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (14,34), en vez de ser reconocido en el hombre que hace milagros.

 

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

 

DESDE EL TRABAJO CON NIÑOS

(Mujer, soltera, pertenece a comunidad eclesial y movimiento seglar)

En este evangelio se hace un resumen de lo que se va a vivir en la Semana Santa. Es un reflejo de cómo, en ocasiones, actuamos con los demás.

Las personas, ricas, sabias y poderosas como los sumos sacerdotes y escribas como le tenían envidia, buscaban un testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte. Se burlaron de Jesús diciendo:

“A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar.”

Los que quieren tener y acumular muchas cosas, como Judas Iscariote que aunque era discípulo de Jesús, lo entregó por dinero.

Por mantenerse en el poder. Pilato, no quería tener mala fama. Entonces hizo lo que quería la gente. Soltó a Barrabás; y entregó a Jesús.

Por miedo y cansancio: los discípulos y también Pedro, se quedaron dormidos, al ver peligro, lo abandonaron y huyeron. “Te aseguro que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.”

Sin embargo Jesús, nos enseña que todo lo que va a pasar es para cumplir la voluntad de su Padre:“¡Abba! (Padre), tú lo puedes todo; aparta de mí este cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.” y enseñarnos qué debemos hacer cuando Él no esté “Tomad, esto es mi cuerpo.” “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Recordadme.”

También hay otras personas que mantuvieron la fe y esperaban el reino de Dios , sentían compasión de Jesús como: la mujer que le pone aceite, Simón de Cirene, que carga la cruz, el centurión, que comprendió quién era Jesús. “Realmente este hombre era Hijo de dios.”; José de Arimatea, le pidió el cuerpo de Jesús a Pilato para darle sepultura.

Todos a lo largo de nuestra vida somos en ocasiones, muchos de estos personajes. Que esta Semana Santa, nos ayude a acompañar a Jesús y a reconocer ese signo de Amor que han hecho por cada uno de nosotros.

 

LA CUARESMA DESDE UN SEGLAR

(Hombre, casado, dos hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

¿Quiénes somos en la pasión de Nuestro Señor? El misterio más grande es que somos todos a la vez y en todo momento. Y no sólo los protagonistas habituales. Sí, ciertamente sabemos y nos hemos sentido Judas en infinidad de ocasiones traicionándole por menos de treinta monedas. Apenas un “me gusta” en el Facebook, un pequeño soplo de vanidad o modernidad que nos aleje de “la rancia iglesia” hace que la traicionemos fácilmente. Nos olvidemos de todo lo que nos ha dado y ha enriquecido. Y qué decir de las veces que Ie acompañamos en lo poco que nos pide para velar con Él y nos quedamos dormidos…o demasiado despiertos, nos despierta el ansia de dinero y prestigio, que hace que no velemos en su senda, que nos durmamos cuando nos pide que le acompañemos en la compasión y en amar al prójimo.

Somos los soldados que hoy le acompañamos a matarlo sin que se escape, y ayer escuchábamos sus palabras creyendo que nos daban vida. Vivimos lavándonos las manos de aquello que no nos afecta, quitándonos “marrones”, nos unimos a la masa alocada en el mundo real o las redes sociales para repetir las consignas políticamente correctas, y en aquella época, gritábamos: Crucifícalo, crucifícalo…y todo ello lo hacemos a la vez, en el mismo día. Somos ese personaje que es capaz de desdoblarse y traicionar, negar, unirse a las masas, llevar a la cruz al mesías…

Pero, milagrosamente, de forma coetánea en el tiempo, mientras iba produciéndose todo lo anterior, Jesús hizo el milagro de la eucaristía, convirtió la sangre en su vino y el pan en su carne…y nos lo dio, y todo cambió.

Y entre tanto kaos, y cuando sus “haters” se las prometían muy felices…tal y como dijo, al tercer día resucitó, y ya todo cambió. Y ya todos los días, a partir de ahí seríamos y somos un poco traidores, un poco negadores, un poco indiferentes…pero a la vez tenemos la fuerza de la eucaristía que instauró esos días y la fuerza de la resurrección que nos hace ser padres que abrazan a hijos pródigos, hijos que saben pedir perdón y reconocerse pecadores, hombres de fe que creen en su palabra, saber que amando al prójimo amamos a Dios de una forma pura y dura…Y todo eso gracias a esos intensos días de pasión.

 

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

SEÑOR JESÚS, LEO Y RELEO TU ENTRADA EN JERUSALÉN

 

[Me acosan las preguntas ante este fragmento del tapiz de la condición humana

que es la entrada de Jesucristo en Jerusalén.]

 

¿Cuándo y cómo terminará mi peregrinación?

¿Por qué peregrino?

¿Hacia dónde peregrino?

¿Con quién peregrino?

¿Peregrino, peregrinamos, realmente hacia Ti, Señor?

A veces me siento como un náufrago cuando anochece.

Pero sé que tú, Señor, nos enseñas a fracasar:

tu fe fundamenta nuestra fe,

tu fe nos enseña a peregrinar.

tu fe nos enseña a caminar casi a ciegas.

 

¿Cómo sé si he hecho lo que debía hacer en este mundo?

¿Cómo sé el encargo que me has hecho, Señor?

¿Junto con quién colaboro en siembra de tu Reino?

¿Siembro de verdad tu Reino?

Ni quiero ni puedo contar mis cotidianas chapuzas, Señor.

Pero sé que amas sin condiciones,

con esa mirada tuya que no se ha vuelto a dar

en la historia de la humanidad:

la mirada del padre del hijo pródigo,

la mirada a Zaqueo,

la mirada a Lázaro.

 

¿Tu encargo son mis sueños, nuestros sueños?

¿Tus sueños son mi encargo, nuestro encargo?

¿Cómo ser veraz contigo, Señor?

¿Cómo ser veraz conmigo, Señor?

Ante Ti, lo mejor callarme,

como la adúltera del evangelio.

Sé que me alzas,

misteriosamente,

fraternalmente,

con esa ternura que salva al mundo,

ahora y por siempre.

 

¿Cuándo será el trayecto final de mi vida?

… me da miedo esta pregunta.

¿Cómo superar el miedo al final de mi vida,

 de mi biografía,

de mi existir…

¿Cómo será mi cesación?

¿Sufriré?

¿…cuánta soledad tendré?

Temor.

Temblor.

Íntima congoja en las entrañas de mis entrañas.

¿Acaso me/nos espera una aciaga niebla helada?

¡Auméntame la confianza, Señor!

¡Auméntame la aceptación, Señor!

¡Auméntame la fe, Señor!

 

¿Estoy camino del Reino de la Vida?

¿Realmente no sé si cuido la vida cotidiana

entre tanto y tanto desquiciamiento

en el que vivo, en el que vivimos?

Ando como un animal herido,

clamando…

Sé que tú sanas,

das consistencia,

generas esa confianza

maternal,

inagotable

santa.

 

¿Qué reino estoy ayudando a construir, Señor?

¿Llegaré a ser realmente yo mismo

muriendo a lo que he sido en la vida?

¿Cómo morir a mí mismo, Señor?

¿Qué quedará de mí contigo, Señor?

Me siento como un collage amorfo,

desvertebrado,

casi sin identidad propia.

Sé que tu eres el fundamento

de lo que me ha pasado,

de lo que me pasa,

de lo que me pase.

… Por ti, sé que, siempre,

lo mejor está por venir,

amor sobre todo amor.

 

¿Moriré y alcanzaré mi verdadera verdad?

¿Qué vitalidad tendrá esa verdad contigo, Señor?

¿Cómo ampliar la mirada a mi vida…

para que de verdad sea una mirada fe?

¿Cómo ensanchar mi horizonte…

para que de verdad viva en la esperanza que consuela

y fundamenta la alegría de vivir?

A veces me siento cercano a un insecto.

Pero tú ofreces vida en abundancia,

fascinante y misteriosamente,

en una alfaguara impensable.

 

¿Acepto ser simplemente un humilde servidor

de tus designios de amor?

 

¿Realmente mi camino hacia la muerte

es una fiesta

por Ti,

en Ti,

hacia Ti?

 

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es) 

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ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Mujer, soltera, pertenece a Comunidad Eclesial y Movimiento Seglar)

Hoy el Evangelista San Marcos nos narra la expresión de amor más sublime de Dios Padre.

Jesús se encuentra en un ambiente de traición (Judas), persecución (El pueblo, los Sumos Sacerdotes, los Escribas), negación (Pedro), abandono y confusión (otros discípulos); a pesar de ello, destacan signos más relevantes de Misericordia:

En la unción de la mujer de Betania, en la apertura del dueño de la casa para la preparación de la cena de Pascua, en el gesto mismo de Jesús durante la cena y posteriormente cuando anima a sus discípulos a velar y orar ante las tentaciones, en el acompañamiento de las mujeres, el mismo Jesús aún en la Cruz.

Son manifestaciones importantes del legado de amor que encierra la Palabra hoy y que en lo personal me animan para continuar mi misión en este mundo, con la firme convicción de que SI es posible contribuir desde nuestros quehaceres y experiencias, apostar por un mundo mejor.

¡Ánimo!




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