¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA EXPERIENCIA DE MISIÓN
(Mujer, casada, 4 hijas, ha realizado varias experiencias de misión seglar)
“Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan”
A veces le pedimos cosas a Dios que creemos que son justas y no vemos esa justicia hecha realidad. Tenemos que tener paciencia. Debemos pensar que Dios, si no nos lo concede en ese momento por algo será. Hay que tener Fe. Como buen Padre que es, nos lo concederá cuando Él crea que es mejor, no cuando nosotros pensemos que es conveniente. Estoy convencida que, aunque a veces nos desesperemos en nuestras peticiones, no nos dará larga. Como dice el Evangelio: “hará justicia sin tardar”.
No hay mayor injusticia que la pérdida de dignidad de las personas. En la experiencia de MISIÓN vivida este verano pude compartir unos días con estos inmigrantes que han sufrido tanto para llegar a nuestro país… Recuerdo uno de ellos que nos contaba que todos los amigos con los que venía no superaron el desierto y murieron allí. Después los pocos que llegan a nuestra península, la vida aquí tampoco es fácil para ellos. Para empezar, luchan con un idioma que no entienden, vienen con un estado de salud debilitado… Aunque vienen en grupo viven la soledad pues no tienen a su familia. “No tienen papeles”, sufren condiciones laborales duras…
“Señor, ¿Por qué tanta desigualdad? Haz justicia por favor”.
Cuando reflexiono sobre esto siento que Jesús me contesta: “Ten Fe”.
DESDE LA EXPERIENCIA DEL CAMINO DE SANTIAGO
(hombre, soltero, pertenece a comunidad cristiana)
Orar sin desanimarse ha sido para mí un reto histórico. A lo largo de mi vida, la oración ha sido un aspecto importante de mi relación con Dios, sobre todo porque es un buen indicador de la cercanía que tengo con Él. Cuanto mayor es la fe, más cercana siento que es mi oración.
Tiene sentido porque el diálogo es algo fundamental para cualquier relación. Mientras más nos comunicamos y escuchamos, más nos conocemos los unos con los otros. El Camino fue para mí la mayor experiencia de oración de mi vida. Porque esta se hace a cada paso, en cada silencio y en cada paisaje. De esta manera es que conseguí pasar tanto tiempo en cercanía y en diálogo, y es así como con Dios pude reabrir heridas mal cerradas, reconocer mis errores, alabar mis dones, agradecer mis fortunas y, sobre todo, crecer en fe. Este ejemplo de constante oración es también un deseo de permanencia, porque quiero mantenerme en oración por lo que la fe implica en mi vida y por lo que la cercanía a Dios hace en ella. Sin un diálogo, no se puede revelar un camino. El texto también es calma por mis peticiones, por mi progreso, por mis cruces.
DESDE LAS RESTRICCIONES Y RECORTES EN LA CALIDAD DE VIDA
(Mujer, viuda, con un nieto adolescente a su cargo, pertenezco a comunidad cristiana)
Hay situaciones que se han dado en mi vida, que parecían imposibles de superar, algunas que no dependían de mí como la crisis económica del 2008, que terminó con mi sustento de vida y desató otras situaciones personales. He tenido acoso e injusticia por parte de los hombres, por intereses, hasta la pérdida de mi marido después de cuarenta y uno años de casados, el amor de mi vida. En aquellos momentos era como si estuviera en medio de una tormenta en alta mar, de todo aquello solo recuerdo la constante oración, hasta durmiendo sentía que mi interior oraba. Nunca me sentí sola, había algo que me sostenía, que me guiaba en las tomas de decisiones difíciles; y lo que más me llamaba la atención era la serenidad y templanza que me envolvía. Yo sentí el auxilio del Señor.
Ahora el cansancio pesa, la oración es menos intensa, esto a pesar de la experiencia vivida.
Pido cada día la perseverancia hasta el final. Compruebo actualmente lo frágil y débil que es mi fe y me asusta apartarme de el Señor ¿encontrará mi fe, cuando Él venga?