¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA FAMILIA (Exhortacion posinodal “Amoris Laetitia”)
(mujer, casada, 3 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
Hace ya algunos años, la primera vez que salí de casa a vivir lejos de mis padres, fui a visitar varios pisos de estudiantes para alquilar una habitación, iba con mi compañera de trabajo y su madre. Ella, una mujer sencilla, pero con una sabiduría tremenda, daba su opinión sobre cada piso que visitábamos. Una de las cosas que dijo se me quedó grabada: “este piso me ha gustado, porque tenían todas las puertas abiertas, y eso dice mucho del que vive dentro”. Cuánta razón tenía esta mujer: las puertas abiertas en una casa implican que no hay miedo a mostrarse como uno es, con sus líos, con su orden y su desorden… En una casa en la que hay espacio para Dios, las puertas siempre están abiertas: la de la calle, para acoger a todo el que llega, a todo el que lo necesita; y la de los dormitorios, también abiertas, para mostrar lo que somos, sin miedo…
Los discípulos tenían las puertas cerradas por miedo, Jesús llegó y su Espíritu las abrió. Que nuestro hogar sea siempre un espacio de puertas abiertas, donde el Espíritu sople con fuerza y nuestros miedos a mostrarnos como somos y a acoger al otro, desaparezcan.
DESDE LA PAZ
(Mujer, soltera, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical)
En el texto de hoy, Jesús nos anuncia que no nos dejará solos, que el Padre enviará el Espíritu Santo, el Defensor, quien nos lo enseñará todo y nos recordará el testimonio de Jesús para que continuemos su obra. El Espiritu Santo es el que infundió fuerza, conciencia, impulso y pasión a Jesús para hacer vida el Reino. Este Espíritu que le dió la vida, lo orientó en las decisiones más difíciles y lo apoyó en las pruebas, es el que hoy también está actuando en la Iglesia y en el mundo. Esa misma energía y vitalidad es la que estamos llamados a comunicar desde nuestras comunidades eclesiales a toda persona.
La acción del Espíritu Santo se manifiesta en la defensa de la vida, de la verdad y de la justicia, que nos lleva a denunciar las injusticias y anunciar el Reino de Dios. Es lo que llamamos profetismo, y ha estado muy presente a lo largo de la historia.
Hoy quiero compartir con ustedes la dimensión profética de la Iglesia Particular de Quibdó y de los pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos que forman parte de ella, en el departamento del Chocó, Colombia. La Pastoral Diocesana se construyó con la participación de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, siendo muy importante el trabajando en equipo y la realización de Asambleas Diocesanas, en las que se han ido creando las Opciones Pastorales sobre las cuales la Diócesis de Quibdó ha venido construyendo su camino evangelizador, donde la defensa y promoción de la vida en todas sus expresiones, es la condición primera para la construcción de una paz con justicia social.
El conflicto social y armado ha causado muchas violaciones a los Derechos Humanos, los Derechos de los Pueblos y al Derecho Internacional Humanitario, poniendo en peligro la vida de las comunidades y de su territorio. En este trabajo de acompañamiento a las comunidades se fue creando mutua confianza y cercanía. Eso hace posible que se saquen comunicados conjuntos, denunciando estas violaciones. La voz de la Diócesis de Quibdó y de las organizaciones étnico-territoriales y sociales, es una voz profética en defensa de la justicia, la inclusión y la PAZ. Este Espíritu es el que dinamiza la vida de la Iglesia y del mundo; es la fuerza que nos sostiene y orienta hacia la transformación, el cambio, la acción y el compromiso total con el proyecto de Jesús.