¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Tú, en el silencio habitado
entre tanto ruido y tanto miedo.
Señor Jesús, nuestra paz amorosa.
Tú, misterio de Vida.
Señor Jesús,
Tú, en la raíz de nuestro peregrinar,
entre tanto sobresalto y desconcierto.
Señor Jesús, nuestra paz cierta.
Tú, misterio de esperanza.
Señor Jesús,
Tú, energía de nuestras energías
entre tanto cansancio y hastío.
Señor Jesús, nuestra luz inagotable.
Tú, misterio de los dinamismos de la realidad.
Señor Jesús,
Tú, respuesta a nuestras preguntas esenciales
entre tanta mentira y tanta falsedad.
Señor Jesús, nuestra confianza.
Tú, misterio de permanente lealtad.
Señor Jesús,
Tú, mirada amorosa
sobre todo lo que nos pasa,
sobre todo lo que nos duele,
sobre todas nuestras mezquindades
personales y colectivas.
Señor Jesús, alimento constante
para nuestra desgastada espiritualidad,
para nuestra desgastada comunidad,
para nuestra desgastada Iglesia.
Tú, siempre sorprendente estímulo
del sí a la vida
del sí al cuidado de la vida,
del sí a estar al lado
de los tirados en las cunetas de la historia.
Señor Jesús,
estímulo,
impulso,
fuerza…
¿Cómo responder,
en estos convulsos tiempos
a tu llamada
a anunciar tu sí definitivo a la vida
a la humanidad
que anhela paz,
que desea fraternidad,
que busca justicia?
Señor Jesús,
viviente eminente entre los vivientes,
santo supremo entre los santos,
justo que justifica a todos los que abren su corazón
a tu ilimitado amor,
mejora nuestra fe,
incrementa nuestra esperanza,
danos audacia
para proclamar lo esencial:
la santidad a la que estamos llamados,
santidad que ya ha empezado,
santidad que irradia justicia
de pensamiento,
de palabra
y de obra.
Señor Jesús,
arraigados en Ti,
audaces contigo,
sabemos nuestro lugar en el mundo:
ser peregrinos
llenos de sentido,
llenos de significado,
llenos de sensibilidad
para el Reino,
tu Reino,
el Reino
que tiene destellos de presencia
en todos los que cuidan
la vida,
la fraternidad
y la humanidad.