SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”

(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

El evangelio de hoy nos pone delante el germen de lo que, más adelante, será la Iglesia. En este relato ya nos encontramos a Jesús predicando la Palabra de Dios, a los primeros apóstoles Andrés, Pedro y los Zebedeos colaborando -aún sin saber lo que les espera- con su misión y a un montón de gente que se siente atraída por su enseñanza. 

Podemos decir que todos los “ingredientes” de la Iglesia futura están ahí en cierta manera. Y precisamente por eso me gustaría destacar un detalle especialmente bonito y creo que muy significativo en clave de sinodalidad, que puede pasar desapercibido. Cuando Jesús llega, ellos ya han terminado su trabajo, de hecho, están lavando las redes, es decir, están a punto de irse a casa después de un día que -según dice el evangelio- fue cuanto menos cansado y poco productivo. Seguramente ya les estaban esperando o ellos estaban esperando el momento de llegar a la cama y “desconectar”. Y entonces Jesús les pide que vuelvan al agua, que retomen lo que ya casi estaba acabado. 

Si pienso en sinodalidad una imagen que me viene a la cabeza casi de inmediato, sin pensar mucho, es la de las redes, ¿qué otra cosa es la Iglesia sino una gran red de personas -amigas de Jesús- que forman nudos de comunión y servicio?

En la Iglesia, en nuestras pequeñas comunidades o sencillos apostolados, podemos tener esta sensación de que ya el trabajo está hecho. Que nos hemos esforzado más que suficiente y que, a cambio, recogemos poco e incluso (aunque pocos lo digan en voz alta) hasta nos cuestionamos si tanto trabajo merece la pena.

Y ahí precisamente llega Jesús y nos resitúa. No se trata de lo que recogemos o de si llenamos las barcas hasta casi hundirlas… ¡qué triste sería la Iglesia si funcionase como una gran empresa empeñada en “acrecentar sus beneficios”! De lo que se trata es de servir, de colaborar, de bregar para que la acción de Dios llegue a quien lo busca con corazón sincero. 

Desde esta perspectiva, y a la luz del sínodo, deberíamos preguntarnos sinceramente cómo limpiar las redes (la vida eclesial) para que pesque mejor, o lo que es lo mismo, para que salga en rescate de aquellos hombres y mujeres de nuestro tiempo que buscan la mano de Dios que se acerca a rescatarles. 

DESDE LA VIDA COTIDIANA

(matrimonio, seis hijos y siete nietos, él es monitor de Asamblea Parroquial)

ELLA:

Es muy bonito este texto, nos habla de ilusión y esperanza. 

En la vida tenemos que estar esperanzados, tener ilusiones, creer en conseguir los objetivos que nos proponemos. 

Jesús, el maestro predica y se quedan embobados con sus palabras. Además, les llena las redes de peces cuando estaban desesperados. 

Nosotros esta gran hazaña no la podemos hacer, pero si ayudar en la medida de nuestras posibilidades. Echar una mano a alguien cercano que lo necesite, es hacer crecer la ilusión y la esperanza en el ser humano. 

ÉL:

“Maestro, … por tu palabra, …”, Jesús, por tu solicitud, por tu consejo, recomendación, … hacer lo que me pides y de la forma que me lo dices.

Cuando acepto dejarme aconsejar y recomendar por ti, en mi quehacer diario, sé que las cosas van a funcionar mejor.

Al menos, con más tranquilidad, con más sosiego y paciencia si la cosa no avanza al ritmo deseado, me ayuda a no desfallecer y seguir intentándolo.

Si tiro con todas mis fuerzas olvidándome de que sin él no hay avance, fracaso en mi intento.

De aquella manera sé que mis logros, mis triunfos, si los consigo, son sus triunfos en mí, conmigo, juntos.

Todos los días empiezan con lo mismo, buenas intenciones y … fracasos, vuelta a caer, vuelta a errar, hasta que lo dejo en sus manos y empieza el viento a amainar y la pesca puede llegar a ser abundante.

Gracias Señor por tu inmensa paciencia y amor con los que te fallamos una y otra vez.

DESDE EL CONTINENTE DIGITAL

(hombre, casado, 3 hijas, pertenece a comunidad y movimiento seglar)

Durante unos años, estuve colaborando como articulista ocasional en un portal web con clara vocación evangelizadora. En una última etapa, muy corta, participé en el consejo de redacción. Si escribir de vez en cuando en el portal requería cierto esfuerzo, en ese breve tiempo metido entre bambalinas pude comprobar las energías que hay que echar para que un proyecto digital evangelizador salga adelante. No es fácil. En inter-net hay muchas, muchísimas páginas católicas, no digamos ya si ampliamos a cristianas. Pero la inmensa mayoría es para uso interno, con unos códigos de comunicación anacrónicos. Mucho esfuerzo en las redes… y cada vez menos peces, como les pasaba a Santiago, a Juan y al todavía Simón.

El Señor me llama a remar mar adentro. También en el mar del continente digital. Y a echar las redes (curiosa coincidencia semántica). No sé cómo. Pero este territorio binario en el que me muevo la mayor parte del día no puede quedar ajeno a la misión evangelizadora. Si entran o no peces en mis redes… eso se lo dejaré al Maestro. Me quedo con una pista: las redes no se echan en solitario.


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