¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Señor Jesús, con lo de uno, con lo de siempre, con lo nuestro de siempre, con lo sabido y repetido en las patrias intelectuales, emocionales, religiosas, espirituales no nos basta.
Siempre ha sido así.
Pero en estos tiempos de crisis polimórfica más, mucho más.
Señor Jesús, nos da miedo ir contracorriente, romper con nuestras referencias, abrirnos a la
novedad que surge desde lo mejor y lo más auténtico de nosotros…
novedad que tiene tu nombre,
novedad que siembra tu estela de santidad,
novedad que inspira las semillas de vida nueva que hay en el corazón de todo ser humano.
Señor Jesús, sabemos que lo del reino nos rompe los palos del sombrajo,
nos desquicia,
nos reta a la audacia de la libertad de los hijos de Dios…
y pone nuestro corazón
nuestra sensibilidad,
nuestro horizonte
en otro sitio,
en otro nivel,
en otra dinámica
de lucidez,
de alternativa,
de cuidado de verdad de la vida
que nos encontramos
y se nos regala.
Señor Jesús,
tu voz,
tu palabra,
tu presencia…
nos llama,
nos consuela,
nos provoca.
¡Qué difícil es decir de verdad de la buena
que nos basta,
que sacia nuestra sed,
que alimenta nuestras raíces!
¡Qué difícil es vivir de la fe,
para la fe,
con fe…!
Sólo a la intemperie…
cuando no podemos regresar a lo que controlábamos,
cuando te cansas de lo lento del camino espiritual,
cuando casi caemos en la tentación de instalarnos en el tedio,
cuando olemos el fracaso…
la fe se vuelve fe de verdad.
A ti te pasó.
Le ha pasado a la larga,
variada,
profunda
legión de creyentes de toda la historia de la salvación.
Que cuando nos pase a nosotros,
que cuando nos confrontemos con la verdad de la vida,
que cuando seamos humanos demasiado humanos
tú estés ahí…
y te recibamos para que nos mires
como miraste a la adúltera,
al ciego,
a Pedro.