¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casada, 3 hijas, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
En las propuestas para el diálogo y reflexión para los grupos sinodales, hay dos temas que tienen mucho que ver con el evangelio de hoy:
Autoridad y participación. Juan habla. Lo hace con autoridad (“el pueblo estaba a la expectativa”). La cuestión de la autoridad, que la da el Espíritu y no las normas, ha de ser revisada y renovada leyendo el signo de los tiempos. De nada sirve la queja estéril. Si no te gusta como se ejerce la autoridad en la iglesia deja de quejarte y participa. Pero cuando participes, es esencial que lo hagas con el estilo que se propone en el siguiente punto.
Tomar la palabra. Juan toma la palabra con la fuerza que da la libertad de los hijos de Dios. En el Sínodo se nos invita a tomar la palabra “con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad.” Me parecen enormemente acertados esos tres acentos: libertad, verdad, caridad. Ten en cuenta esto cuando participes en los grupos. Porque estás participando, ¿verdad? ¿No? ¿A qué esperas?
DESDE LA FAMILIA “En el año Familia Amoris Laetitia”
(matrimonio, cuatro hijos, pertenecen a comunidad cristiana y movimiento seglar)
Nosotros al recibir el sacramento del matrimonio comenzamos nuestra pequeña iglesia doméstica. Dirigidos por el Espíritu Santo criamos a nuestros hijos e hijas y confiados, también les llevamos a bautizar para que reciban el mismo “don” que nosotros recibimos. El mismo Espíritu que recibió Jesús, que recibieron los apóstoles, que recibió el Padre Claret, lo recibimos nosotros y nuestras familias y es el que nos impulsa a testimoniarlo en tiempos del relativismo y de tantas otras creencias ajenas a nuestra fe.
Es la fuerza del Espíritu la que nos mantiene juntos en familia con todos nuestros defectos y nuestras virtudes, aunque estemos separados físicamente y aunque a veces estemos distraídos con tantas cosas que tenemos que hacer en el trabajo, la casa, la escuela, universidad, etc. Tengo pues que mantenerme en la escucha para saber cómo debo utilizar mis dones para el mejor porvenir de mi familia, de mi comunidad y de mi Iglesia.