Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LOS INMIGRANTES Y REFUGIADOS
Otra Palabra más para leer la “radicalidad” del Evangelio y otra vivencia más para sentir el Amor de Dios cerca, para formar parte de los que están a su favor…
Esta lectura, atenaza, impresiona, hasta entristece me atrevería a decir. Pero nos equivocamos radicalmente, nosotros somos los que estamos con Él, somos los que expulsamos demonios, los que hacemos milagros en su nombre y repartimos agua al sediento. Y si tu pie, tus manos o tus ojos te hacen caer, no te preocupes, ahí estará El para reponer tus miembros, como hizo con la oreja del centurión, ¿No nos amará más que a su propio verdugo?, no nos asustemos con estas palabras, porque donde debemos de sentirnos, y donde realmente estamos, es en el lado de Dios, aunque resulte presuntuoso, jugamos en su equipo, a veces de suplentes, pero otras de titulares indiscutibles.
En esta experiencia misionera he tenido la suerte de profundizar en las palabras de alguien que me ha hecho sentir todo esto que escribo, que se ha convertido en testimonio de Dios vivo para mí, he tenido la oportunidad de meditar con textos y charlas del arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo. He tenido la suerte de encontrarme con Dios a través de su palabra, y sobre todo aprender a simplificar al máximo mi misión para con los migrantes, “el poder de la iglesia radica en el Amor y el Servicio…”, fácil ¿verdad?
¿Quién ha dicho que Jesus no está en nuestros días entre nosotros?, ¿Quién no ve que baja día tras día a nuestro encuentro?, y no solo a decirnos que nos ama, sino también a darnos la oportunidad, minuto a minuto, segundo a segundo para estar de su lado, de estar a su favor y no en contra suya… Santiago Agrelo nos lo recuerda “todo cambió cuando me centré en el hombre…”, no hay MÁS, Jesus nos creó como su obra más preciada, lo que pasa es que se quedó sin pintura para blanquearnos a todos, pero todos salimos de su molde, no nos hizo diferentes, salimos de fabrica con una diferencia aparente pero con un mismo fondo, lo mismo que si quemáramos dos papeles, uno blanco y otro negro, los dos se reducirían a lo mismo, a la esencia del Padre, nuestro creador.
Allí, en Níjar, nos sentimos con Él, nos sentimos parte de Él, y por nada de este mundo nos separaremos de Él…, somos miembros de un solo cuerpo, de una sola iglesia.
Últimamente se están dando muchas noticias en el seno de la Iglesia, que es Santa y también es Pecadora, sobre el daño que se ha hecho a niños y adolescentes, por parte de personas que deberían haber sido los que garantice la vida y la felicidad de estos pequeños. También conocemos noticias sobre padres que utilizan a sus hijos para hacer daño a sus parejas.
Jesús es muy claro respecto a esto, más vale que los echen al mar con una piedra de molino. Durante gran parte de la vida familiar, los padres son garantes de sus hijos, de su cuidado, de su bienestar, de su desarrollo, de hacer que sean lo más felices posible. Si esto no es así, hay padres que se ven desprovisto de su patria potestad, es decir, de no tener al cuidado a sus hijos, porque son incapaces de ejercer su tarea como padres.
Gracias a Dios, la mayoría de los padres, la mayoría de las familias, con sus luces y sombras, haciéndolo lo más honesto posible, equivocándose seguro, pidiendo perdón muchas veces, sanando heridos en más de una ocasión, tratan de cuidar, educar, crecer con el mayor amor del que son capaces a sus hijos. Que seamos semillas de compasión, de amor, de seguridad para nuestros pequeños, que ellos, con la ayuda de Dios, se sientan protegidos, cuidados y respetados siempre.