Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LOS INMIGRANTES Y REFUGIADOS
“…y atravesaron Galilea”. Que ironía la de la historia, Jesús y sus discípulos, como cualquier migrante, de un sitio para otro…, y como cualquiera de estos, rechazados y expulsados de ciudades y pueblos, como los excluidos de nuestros días. Y que coincidencia tan impactante, no deja de sorprenderme la similitud de ambas realidades, la proyección de nuestras más bajas cualidades sobre hermanos en situación de abandono, pobreza y exclusión. Y esa realidad es pura actualidad hoy en día, me llena de desesperanza escuchar en “nuestro mundo” tantas voces clamando en contra del “Jesús de hoy”, movilizando odio y argumentando las mayores afrentas hacia PERSONAS que se han desprovisto en su largo éxodo, hasta de la dignidad que les quedaba. Millones de voces de nuestro entorno, a nuestra imagen y semejanza, vociferando en contra de aquellos que, hoy más que nunca, son pedacitos de Dios desamparados por nuestro mundo. Esta es la incongruencia del ser humano, la de ser todo menos humano.
“…servidor de todos”. Estos días de vivencias en este mundo surrealista que ha sido Níjar, hemos tenido el ejemplo fiel de quien, sin saberlo, estarán en un lugar privilegiado al lado del Santísimo. Estas hermanas Mercedarias (o mercenarias como me gustaba llamarlas), transformaban lo extraordinario para cada uno de nosotros, en una labor habitual como la de respirar, ejemplo de convertir en cotidiano la labor de servir al prójimo, de reflejar a Dios en el necesitado. Lo que resulta para ellas lo habitual, para nosotros es lo extraordinario. Estos días, hemos convivido con estos Angeles que dejaban impreso el sello del Evangelio a cada paso que daban. La sensación que te transmiten al estar codo con codo con ellas es la de una necesidad inmensa de ponerte manos a la obra, de apretar los dientes y aliviarles su carga, para que así, puedan coger oxígeno para sus propios pulmones, y no para el boca a boca del prójimo que repiten día tras día hasta alcanzar una anorexia enfermiza.
“…acogida”. El Evangelio habla de acogida, todavía más de dos mil año después, seguimos teniendo en la Humanidad este verbo en el debe. La naturaleza del migrante, del desplazado, del denigrado, es lo más parecido a la de un niño por su indefensión y por su inocencia…. y aun así, en situaciones de sufrimiento extremo, lo que hemos recogido de estos indefensos Hijos de Dios son multitud de sonrisas. Es sorprendente tanta humanidad crecida en mimbres de tanto sufrimiento, lucho por comprenderlo, pero no acierto a digerirlo, quedo empequeñecido desde cualquier prisma que lo observe, llega a perder hasta el sentido de lo real, pero ahí están, devolviendo humanidad cuando lo que han recibido en sus vidas es amargura.
“Los niños y las mujeres primero”, cuántas veces hemos escuchado esto en una película cuando hay una desgracia y tenemos que establecer prioridades para rescatar. Para Jesús la escala de importancia está muy clara. Primero los más pequeños. Una de nuestras madres decía que la ventaja se la llevaban los más pequeños, y lo decía cuando los nietos mayores se quejaban porque los más chicos eran a los que se les daban más mimos, más cuidados.
No sabemos cómo es tu familia: si hay muchos bebés, o ancianos; si los abuelos están enfermos; si tienes alguna persona con discapacidad, hijos, padres, abuelos, tíos, primos o nietos. Quizás la dificultad sea económica, cuántos abuelos se han hecho cargo de tantos hijos y nietos que pierden su trabajo o su casa. Visualiza a tu familia, tenla presente en tu corazón: en las familias se ha aprendido a cuidar de los más débiles, seguro que en la tuya pasa lo mismo, aunque a veces, es difícil porque son los que más problema dan, los que más desgastan, los que necesitan más tiempo y hacen que el tuyo se “pierda”. Pese a todo, sabemos que es a Dios mismo a quien se acoge. Ojalá fuera igual en el resto de nuestros grupos y comunidades: el trabajo, los amigos, las personas que nos encontramos por la calle, fijarnos y amar a los más pequeños.